Google conmemora en su variable logotipo el 85 aniversario del nacimiento de Audrey Hepburn. ¿Qué queda por decir de esta significativa actriz, convertida a día de hoy en uno de los iconos más indiscutibles del cine? Se la recuerda por su buen hacer y por una natural distinción que su personalidad transmitía, enamorando con su encanto a cualquier espectador con un mínimo de gusto. Porque Audrey no es un mito erótico. Lo de Audrey fue un saber estar, en cuya trayectoria en ese mundo algo alocado de Hollywood supo mantener la dignidad.
Con su primera película, "Vacaciones en Roma", supo dar la campanada, pues su naturalísima interpretación le granjeó el oscar de ese año, en un papel en el que le tocó dar la réplica a una de la figuras míticas del cine de la época: Gregory Peck. Tras Vacaciones en Roma, seguramente le lloverían las ofertas, las cuales supo escoger con sabiduría para crearse una filmografía de las más personales y sugestivas en la historia del séptimo arte. Cada uno de sus personajes ostenta una vitalidad nada común, y alguno de ellos son magistrales, como el ya mítico de la Holly Golightly de Desayuno en Tíffany´s, que ha pasado a formar parte de la idolatría cinematográfica. Con dicha interpretación, más que un personaje creo un mito, un mito quizá empalagosamente venerado por uno de los sectores más frivolizados de nuestra sociedad, el del mundo del diseño.
Rara es la pelicula de Audrey exenta de calidad. Incluso en la aséptica Guerra y Paz, su interpretación de Natacha es fundamental para sostener un film que no puede por menos que empalidecer ante la novela de Tolstoi. Escogió, pues, sus papeles con gran acierto y con ellos creo películas hoy míticas, como Sabrina,Charada, Dos en la carretera, incluso Sola en la oscuridad, en la que nos regala una de sus interpretaciones más vibrantes y llenas de matices. Nada más que decir, sino que el cine perdió mucho cuando Audrey se nos fue.
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