Ese afán con que persigo,
esa pugna extraordinaria,
en el tiempo que no cae
como hoja que el viento arrastra.
Esa franja bermeja que alarga
embebiéndose de tarde candente,
mientras escucha un oboe. Distancias.
Como un presentimiento vago
de esos pasos que cruzan
alarmando en lo íntimo del alma,
con un eco de nostalgias,
con rumor de palabras contritas
trituradas entre lágrimas.
¿ Me llamará mañana
esa voz que hace tiempo
no siento, compartirá
conmigo complaciente compañía?
Hay quien dice que oí
rumor de pájaros, arrullos
de paloma retozando en la ventana,
o ¿ era el soledad de la mañana?
Pero no sé quién lo dijo,
ni si verdaderamente lo oí.
Hay quien cree que estoy perdido,
que me tiene atrapado
ese tejido de sueños,
volubles como auspicios,
jadeos, leve murmullo de palabras,
suspiros que no se llega a articular
y no dejan de ser viento,
ilusiones, esperanzas,
memorias de viejos pergaminos,
sonidos sin significados vivos...