LA SOLA POSIBILIDAD. soneto

LA SOLA  POSIBILIDAD. soneto
Ya cuando la luz abre nuestros ojos,
y vemos del camino su trazado
invariable, sus mismos meandros, pocos
sus remansos,con los pasos contados,

nos convencemos de que tan solo una
es la senda, solo una la palabra dada;
por alimento la fruta  oportuna,
un solo despertar, lo demás, nada.

La sola  posibilidad convierte
la rueda del vivir en contingencia
aciaga entre infinita carencia,

sueños que no serán, una vivencia
que el camino nos traza en su tangencia,
una necesidad, solo una muerte.

Recordando a Roger Wolfe

Recordando a Roger Wolfe
Me he llevado una sorpresa rastreando en internet . Desconocía la resonancia que en su tiempo tuvieron los versos de Roger Wolfe. Recuerdo que allá por los alocados ochenta tuve ante mis ojos un manoseado papel de libreta, en el que venía escrito un bisoño poema del escritor inglés. Me chocó su ingenuidad algo naïf y le devolví aquellos versos que a mí, francamente, me decían poco y jamás pensé que fraguaran.
Conocí a Roger Wolfe en la noche alicantina de los ochenta. En la montaña rusa del trasnocheo, nos dolíamos y nos emborrachábamos juntos. El bebía como un digno inglés las pastosas cervezas de la madrugada; yo, me descarriaba en la tentativa de beberme el océano, hasta que el océano acabó por tragarme. Hablábamos de literatura, pero creo que ambos hablábamos distintos lenguajes. El familiarizaba con el mundo; yo, no congeniaba con éste y me refugiaba en los salones recatados de la burguesía.Yo bebía los vientos por la facundia de James Joyce, más él solía recelar reservándose en su elemental exposición, que luego se le llamó realismo sucio.
Cuando el mar me tragó, en el naufrágio desapareció también Roger Wolfe, que debió regresar a Inglaterra para forjarse allá como un nuevo Shelley. Los años han pasado; sigo su pista en las redes. Ante mí aparece esa vieja voz, la desnudez de una poesía que me sigue dejando atónito. El peso de la retórica acaso influya a la hora de discernir con justeza, con una perspectiva lúcida. Veamos lo que nos depara el tiempo en el futuro. En cualquier caso, desde esta otra onda, Cheers, Roger.

CALLADO PRESENTE

CALLADO PRESENTE
Un callado presente de desdichas,
el corazón derramado cual río
que serpea las desoladas veredas,
los secos caminos, cruel vacío

que proyecta una longitud estéril,
Pasarán las aguas, las torrenteras
barrerán la secas hojas, la fértil
tierra ya no dará cosechas nuevas.

Puedo pulsar la extensión del grito,
los cauces apretados, ciego rumbo
donde la vida se disloca, mito

del que huimos dando tumbos,
aislada senda de abismos profundos,
alma árida, corazón contrito.

LAS PIERNAS DE GWYNETH PALTROW

LAS PIERNAS DE  GWYNETH PALTROW
Las piernas de Gwyneth Paltrow
son como dos largos caminos
que conducen a la fuente
risueña del pubis. Turgentes
como dos marfileñas columnas
modeladas por el más hábil tornero;
su dimensión adquiere
la exótica esbeltez de la palmera,
la flexibilidad del junco,
la elegancia del bambú,
la rara morbidez del mármol pentélico;
tienen  sinuosidad salomónica
y la voluptuosidad académica
de una venus florentina.
Las piernas de Gwyneth Paltrow
rememoran las delicias del Topkapi,
Te pueden entrelazar
con el sigilo de la sierpe,
encandilar con su seducción de Sherezade,
prometiendo mil y una noches sin un despertar.
Las piernas de Gwyneth Paltrow precisan
multiplicarse en un sueño frenético de miembros,
emergiendo como plantas
en un tupido bosque de extremidades,
 donde se pierde entre arrobos nuestra erótica.
Lar piernas de Gwyneth Paltrow
caminan la via lactea de las alfombras rojas,
captan el linóleo de las portadas, la ubicuidad mediática,
como dos enigmas traspasan la ilusión
de las  cromáticas dos dimensiones
y se introducen en los sueños incumplidos
de un resignado falo que anhela un absoluto.

ALGARABÍAS

ALGARABÍAS
hostiles los mapas del quebranto,
la geografía neta del dolor,
donde los campos roturan
los surcos depauperados
sobre los ecos estériles del desamor.
Una canción, una canción de lluvias
se desteje, como un lamento largo,
como un beso seco
en la huida de estos versos,
fijados con silencios de esparadrapo.
Una voz irrumpe,
una nostalgia acude, en los días
que se tiñen destripados
bajo el peso diagonal del berbiquí.
La aguas abren cauces de agonía,
una paloma muerta
entre la ropa tendida pudiéndose al sol,
vano es hablar, la geometría
de los espacios en corrupción.
El viejo reloj, un té, una ventana
abre una vista atónita
del paisaje desolado de la ciudad,
monótonas casas, algarabías
de pájaros en desbandada,
un cielo triste, luz macilenta,
el alma que anhela (un exabrupto)
el eco oscuro del mar.