ELECCIONES EUROPEAS

ELECCIONES EUROPEAS
En estas votaciones me he sumado a la estadística  más común en toda Europa: la de la abstención. Los distintos partidos que pugnaban por mi voto, han visto sus expectativas defraudadas. En verdad, que este pasado venticinco de Mayo no existía razón alguna que justificara el ejercicio de mi más intransferible derecho democrático. Esta abstención, más que un rechazo manifiesta un desencanto, cuya razón tiene que ver, más que con la falta de estímulos del entorno político, con mi situación personal.  La verdad es que las propuestas de los partidos mayoritarios me han dejado de seducir; ya no espero nada de ellos. A su vez Europa se ha convertido en un macrooctópodo cuya voluntad y sistema  psicomotor vienen regidos por ya sabemos quién,aunque  permaneciendo sus fines aún bastante confusos. ¿Cuándo salgamos del  lóbrego túnel veremos alguna luz, o ésta solo iluminará a los pocos? Porque lo cierto es que tal diversidad que pudiera parecer irreconciliable resulta bastante difícil de digerir,  y sus objetivos tan inciertos como desalentadores,  y uno duda mucho que de semejante maremagnun pueda surgir algo substancial, algo cuya resonancia alcance a un discreto ciudadano de un país períférico, al que han hecho tragar, pese a su pesar, obviando treinta dilatados años de vida laboral que nada sabían de la burbuja inmobiliaria, el marrón de la crisis. España es posible que salga a flote, pero dejando como legado el viacrucis en que se han convertido nuestras vidas, que abarcan el más amplio espectro de la depauperación.

Con nostalgia observa uno a los muchachos de "Podemos", quienes aún creen factible que, partiendo de cero, se pueda alcanzar el infinito.


CEZANNE EN EL THYSSEN

CEZANNE EN EL THYSSEN
El museo Thyssen nos sorprende bastante a menudo con excelentes exposiciones temporales. Algunas magnificas, como fueron  las de Turner o Pissarro. Por estos días (creo que aún se exhibe) podemos contemplar una dedicada a la obra de Cezanne. Cezanne es considerado por la crítica como el postimpresionista rompedor, ese eslabón perdido entre el viejo arte y el nuevo. Verdaderamente, sin Cezanne no puede comprenderse el cubismo, el neoexpresionismo y todos los demás ismos. En su tiempo, se marginó del impresionismo, para refugiarse en la soledad de una vanguardía incomprendida, siguiendo la estela de Gauguin y Van Gogh. Y verdaderamente fue un incomprendido, como negativamente lo describe su amigo de la infancia, Zola, en su novela La Obra. Sea o no Cezanne, en definitiva,  el artista fracasado retratado en dichas páginas, lo cierto es que no gozó de un reconocimiento completo en vida. Y es que Cezanne me parece un artista difícil, el artista que por primera vez no busca la belleza en su arte; nos habla de una nueva realidad, de nuevos caminos que nos pueda ofrecer el cuadro, de una simbología prematura que determina la obra. Las claves por las que se regía Cezanne no las conozco, pero como aficionado me procura ciertos reparos, especialmente como paisajista. Si su maestro Pissarro supo desvelar el misterio del paisaje, con una frescura que justificaba su trabajo de campo, Cezanne me transmite la incomprensión de un paisaje opaco, mermado, silencioso, donde no se presiente la voz de esa naturaleza retratada. Me parece enfrentarme a un paisaje muerto, diluido en geometrías, empastes y colores neutros. ¡Que buen pintor era Cezanne de  bodegones y naturalezas muertas!

AUDREY HEPBURN

AUDREY HEPBURN
Google conmemora en su variable logotipo el 85 aniversario del nacimiento de Audrey Hepburn. ¿Qué queda por decir de esta significativa actriz, convertida a día de hoy en uno de los iconos más indiscutibles del cine? Se la recuerda por su buen hacer y por una natural distinción que su personalidad transmitía, enamorando con su encanto a cualquier espectador con un mínimo de gusto. Porque Audrey no es un mito erótico. Lo de Audrey fue un saber estar, en cuya trayectoria en ese mundo algo alocado de Hollywood supo mantener la dignidad.
Con su primera película, "Vacaciones en Roma", supo dar la campanada, pues su naturalísima interpretación le granjeó el oscar de ese año, en un papel en el que le tocó dar la réplica a una de la figuras míticas del cine de la época: Gregory Peck. Tras Vacaciones en Roma, seguramente le lloverían las ofertas, las cuales supo escoger con sabiduría para crearse una filmografía de las más personales y sugestivas en la historia del séptimo arte. Cada uno de sus personajes ostenta una vitalidad nada común, y alguno de ellos son magistrales, como el ya mítico de la Holly Golightly  de Desayuno en Tíffany´s, que ha pasado a formar parte de la idolatría cinematográfica. Con dicha interpretación, más que un personaje creo un mito, un mito quizá empalagosamente venerado por uno de los sectores más frivolizados de nuestra sociedad, el del mundo del diseño.

Rara es la pelicula de Audrey exenta de calidad. Incluso en la aséptica Guerra y Paz, su interpretación de Natacha es fundamental para sostener un film que no puede por menos que empalidecer ante la novela de Tolstoi. Escogió, pues, sus papeles con gran acierto y con ellos creo películas hoy míticas, como Sabrina,Charada, Dos en la carretera, incluso Sola en la oscuridad, en la que nos regala una de sus interpretaciones más vibrantes y llenas de matices. Nada más que decir, sino que el cine perdió mucho cuando Audrey se nos fue.

¡VIVA VERDI!

¡VIVA VERDI!
Verdi es uno de los compositores sobre los que guardo más reservas; su música no acaba de convencerme. Aunque la amplitud de sus registros impide un enjuiciamiento drástico. Coetáneo de Wagner, representa para la ópera italiana lo que el músico de Liepzig para la alemana. Asume ese nacionalismo en el que musicalmente se encontró el pueblo italiano, en operas tales como El Trovatore o Nabuco. En su larga trayectoria, que ocupa gran parte del siglo XIX y principios de XX, los italianos descubrieron sus señas de identidad; de este modo el piamontés reinventó el alma de italia. Incluso la siglas de su apellido sirvieron de consigna independentista: ¡Viva Verdi!: ¡Viva Victor Enmanuel Rey de Italia!

Su ingente obra se presta tanto a juicios adversos como favorables. Como buen romántico su fuerte se encontraba en el drama histórico romántico, género en el que alcanzó tanto las cotas más altas como los logros más triviales. Se puede reconocer en él al inventor de ese teatro de cartón piedra, en cuyas interpretaciones prevalece el más afectado manierismo. Pese a lo cual no se puede negar el encanto que alcanzaron dichas creaciones, donde como en el caso de El Trovador la frescura de su música logra convencer aun al más exigente de los diletantes. El Verdi genuino es ese, el que llegaba al pueblo aplicando los recursos más arteros y coloristas, como ocurre en el caso de La Traviata, en donde despliega el más fecundo repertorio de melindrosas convenciones e ingenios de artificio. Sus efectistas gorgoritos sin duda complacen a ese aficionado que busca la ópera ópera.

Un giro distinto se dio cuando el compositor se tropezó con Shakespeare. No sabemos si el milagro se produjo por influencia del uno a hacia el otro, o viceversa, pero en esta simbiosis la música de Verdi alcanzó un tono menos efectista y más penetrante, más complejo al describir sus personajes, más veraz y desarrollado al proponer el drama. Otelo fue su gran logro musical; su fraseo puede codearse con el de Shakespeare. En Macbeth me parece que su música no abarca la grandeza del drama. Con Falstaff  logra identificarse con el tono de amarga comedia que el bardo alcanzo con este retrato del Quijote-Sancho inglés. Nos queda Don Carlos, pues Verdi no fue perezoso ni con Schiller, y cómo no Aida, siempre Aida, el triunfo de la obra por encargo.