CEZANNE EN EL THYSSEN

El museo Thyssen nos sorprende bastante a menudo con excelentes exposiciones temporales. Algunas magnificas, como fueron  las de Turner o Pissarro. Por estos días (creo que aún se exhibe) podemos contemplar una dedicada a la obra de Cezanne. Cezanne es considerado por la crítica como el postimpresionista rompedor, ese eslabón perdido entre el viejo arte y el nuevo. Verdaderamente, sin Cezanne no puede comprenderse el cubismo, el neoexpresionismo y todos los demás ismos. En su tiempo, se marginó del impresionismo, para refugiarse en la soledad de una vanguardía incomprendida, siguiendo la estela de Gauguin y Van Gogh. Y verdaderamente fue un incomprendido, como negativamente lo describe su amigo de la infancia, Zola, en su novela La Obra. Sea o no Cezanne, en definitiva,  el artista fracasado retratado en dichas páginas, lo cierto es que no gozó de un reconocimiento completo en vida. Y es que Cezanne me parece un artista difícil, el artista que por primera vez no busca la belleza en su arte; nos habla de una nueva realidad, de nuevos caminos que nos pueda ofrecer el cuadro, de una simbología prematura que determina la obra. Las claves por las que se regía Cezanne no las conozco, pero como aficionado me procura ciertos reparos, especialmente como paisajista. Si su maestro Pissarro supo desvelar el misterio del paisaje, con una frescura que justificaba su trabajo de campo, Cezanne me transmite la incomprensión de un paisaje opaco, mermado, silencioso, donde no se presiente la voz de esa naturaleza retratada. Me parece enfrentarme a un paisaje muerto, diluido en geometrías, empastes y colores neutros. ¡Que buen pintor era Cezanne de  bodegones y naturalezas muertas!
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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