La Fe y el yo

La Fe y el yo

 No hay más entrega válida para el Señor

que renunciar por entero al sí mismo.

Decir que mi "yo" es superfluo,

con sus penas, sus gozos y sus vericuetos.

Debes decir no al anhelo, al morbo, a la concupiscencia,

esos firmes pilares sobre los que lo sostengo

y limpiar el cuerpo de pecado.

Ay, me mataron el capricho de mi seno,

el sinsentido de mis cuitas,

mi hambre más entrañada.

Desde entonces no me reconozco,

¿Madurará otra semilla,

otro anuncio de afecto pleno?

Porque renunciar a mí

es como renunciar a sentir;

elevar ese impulso, concentrado en la parte,

a la plenitud del todo.

¿Acaso un cuestión de cifras y modos,

o una tergiversación de pronombres?

Patrañas

Patrañas

 He tenido un sueño.

No sé quién cuenta los sueños,

pero dicha voz traslucía el reproche.

Trataba de declararme

la realidad de mi condición.

Una condición que, como la de tantos,

no es un modelo acrisolado.

Tengo mis debilidades, mis lacras,

mis soberbias, mis deslealtades.

Pero no me olvido de Dios,

así me enseñó mi padre.

De cuando en cuando repaso

el Salmo 91; era su preferido.

Es un Salmo que invoca la protección,

que Dios garantiza.

Toda protección, sin embargo, 

tiene un precio, 

que se lo pregunten si no a Luky Luciano.

No acaba de convencerme

pactar mi seguridad, 

a cambio de la libertad.

Proclamaba el himno de los Tercios viejos:

Solo es libre el hombre que no tiene miedo.

¿Entregaré por temor al enemigo

el baluarte de mi íntimo anhelo?

Esto lo pienso desde la estabilidad;

no será lo mismo

cuando vengan mal encaradas.

Viene la Navidad

Viene la Navidad

 Viene la Navidad,

como sopla el vendaval en otoño,

como trae las flores la primavera;

viene como que todo llega

mientras se sostega el mundo en sus fundamentos,

y el tiempo gire

en sus torbellinos de energía.

El río de nuestra vida

llegará hasta el mar

perdiéndose en sus corrientes

y hundiéndose en sus profundidades;

pero lo retomarán las nubes que,

henchidas de vapor,

derramarán su aguacero

sobre la tierra estéril,

fertilizándola,  para que

emerja nueva flor.

Sí, todo retorna en el ciclo de la vida;

 vida y muerte constantes se suceden.

Pero qué de mí,

de esta pequeña consciencia

perpleja ante la vastedad del universo.

He luchado por conseguirme.

¿Mi conciencia se diluirá en el tiempo?

No todo nuestro anhelo

es una vana tendencia hacia el olvido.

Presiento que hay algo en mí que no muere,

que debe prevalecer,

aunque solo sea una pequeña

semilla de fe.

¿Será ésta más fuerte que el tiempo,

la esperanza más que la muerte?

Versos por Pelé

Versos por Pelé

 Pelé  se apaga por un cáncer.

Mundiales en Qatar.

No me importa quien pierda o gane;

el tranvía de la vida hay que dejarlo pasar.

Los nuevos tiempos nos traen 

a nuevos héroes,

aun huérfanos de Píndaros

que los sepan cantar.

No se quién, hace años,

compuso una oda a Jairzinho,

que nos supo a Olimpia

en heróico hexámetro en sazón.

Exaltó el coraje del galope

grácil del extremo,

la finura de su olfato de gol.

Comó de Píndaro nos queda poco,

sirva de homenaje

esta escueta oda de corazón.

De Pele la hábil filigrana de su fútbol

llenó el  sin sentido de los sueños

con el milagro de una ilusión.

Era quien más sabia de los hombres,

era quien más sabia del balón.


Melomanía

Melomanía

 Soy de la música omnívoro melómano.

Lo mismo escucho tangos que preludios sinfónicos,

a Atahualpa que a Rossini;

tanto degusto las delicias de Bellini

como de Bach sus corales arrrmónicos.

Vibro con los Beatles y sus vibrantes fantasias

y me emociono con el balar de las baladas

nostálgicas de Dylan. ¿ Sabías

que encuentro en Wagner grata compañía?

De cuando en cuando el Holandés...

Lohengrin y Walquirya casi a diario,

el Tanhauser y Parsifal no hay que olvidarlos.

Vivaldi como entremés,

sin desdeñar a Bethoven, que me enseñó el abecedario.

Me estremece de Mozart su Don Juan

como la bronca de los Creedence Clearwater Revival.

De Francia,  Aznavour y el Ne me quite pas de Brel,

que aunque no era francés, lo parecía

como ocurria con Chopin,

Ofenbach y Meyerbeer,

de los que igual  daría nombrarlos

Ofenbeer y Meyerbach,

iconos de la opera en Paris

En el mundo del jazz eligiría

sin duda ninguna a Coltrane.

No preguntéis por qué.

Tal vez porque su saxo te abraza

como lo haría una mujer.

En la guitarra, sin contar a Segovia,

la eleción parece obvia,

no hay otro igual que De Lucia.

Y citando nonbres y  más nonbres,

durante todo el meopo me extendería,

pues en él cabrían

desde los adagios para cuerda 

de Malher y Barber, 

quedándome en Brahms, pasando por Bruckner,

los lider de Schubert y los valses de Strauss,

de Scriabin sus poemas, de Joplin el Raghtime,

disfruto también las coplas demodé.

Uno que es permeable, ya ves,

y un diletante sin par, 

pues entre sus gustos cabrían

incluso Sabina y Serrat.