VENECIANAS III: SAN ZANIPOLO

VENECIANAS III: SAN ZANIPOLO
Hay en Venecia una plaza portentosa: "La de las Maravillas". Su apartada ubicación la preserva del agobio de esa obstinada afluencia turística que irrumpe en la ciudad a oleadas.
Se la denomina de las "Maravillas", pero merecería el título más apropiado de "De los Prodigios". Pues tres son los que destacan en la base oblonga de su área: La iglesia de San Giovanni e Paolo, la Scuola de San Marco y la estatua ecuestre del Colleoni.
San Giovanni e Paolo o San Zanipolo(como se denomina en vernáculo a esa joya del gótico veneciano) extiende su fábrica majestuosa de ladrillo dominando la plaza. Llaman la atención primordialmente el esmerado estilo de los ábsides que permite el juego de las vidrieras, la correcta cúpula que la corona y la esbeltez de su portal mayor, con columnas y arquivoltas embellecidas por la piedra de Istria en que estan trabajadas, obra de Bartolomeo Bon. Al penetrar su vasta nave, en su magnificencia reconocemos el importante lugar que ocupa entre las iglesias de Venecia. Fue erigida por voluntad del dogo Jacopo Tiepolo, siguiendo una encomienda celeste. Con el tiempo se convirtió en el panteón más significativo de la aristrocracia veneciana. Ricos son sus monumentos fúnebres, dedicados a la memoria de los más ilustres dogos, que de uno a otro van marcando las cotas alcanzadas por el arte sepulcral de la Serenísima. No le anda a la zaga la profusa distribución de su pintura devota que reflejan sus capillas, con nombres tan relevantes como Veronés, Bassano, Palma el Giovanne o Cima da Conegliano. No es, sin embargo, una iglesia donde guste recogerse al visitante como ocurre con su rival San Zaccaria, pues toda monumentalidad resta intimismo y favorece poco la piedad.
Al atravesar el deslumbrante marco de su portal, a la izquierda, se yergue el majestuoso escorzo de la figura dramática del Colleoni destacando sobre su montura. La elegancia magnífica del caballo realza la pose gallarda y dominadora del condottiero. Sobre su elevado pedestal, el monumento ecuestre, el más eminente ejemplo renacentista junto al Gatamelatta de Donatello, en Padua, reafirma esa maestría alcanzada por el Verrochio, ya evidente en su conocidísimo David o en el mármol más discreto de su Gentildonna Ignota.
La marcialidad del Colleoni preside la plaza desde su altivez de conductor de ejércitos. Victorioso en sus campañas con la Serenísima, el Maggiore Consiglio no pudo rehusarle la ambición de ocupar un zócalo inmortal junto a San Marco. Y junto a San Marco lo situaron; pero no de la Basílica sino de la Scuola. Esa scuola que en su fachada- una de las más atractivas de Venecia-reúne el mayor refinamiento pretendido por la República junto a los más elocuentes emblemas de su hegemonía, expresados en el "león alado", en una las ejecuciones más logradas de los edificios institucionales. La solución de su sublime trampantojo ofrece una acertada propuesta de diseño a la más deslumbradora fachada renacentista, cuya voluntad curvilínea se resuelve en esa profusión de arcos tendidos con sutil armonia, y que inequívocamente nos remiten a esa otra fachada singular de la ciudad: San Zaccaria. Huelga decir que ambas presentan el sello característico de un mismo arquitecto: Mauro Codussi. El cromatismo de sus mármoles, la original distribución geométrica, la turgencia de sus volúmenes, algunos de ellos sugeridos por la ilusión del claroscuro, fácilmente encandilan al visitante, que detiene su constante vagar recogiéndose en una mesa del cafe situado enfrente. Atónito, contemplativo protagonista de una visión inefable, atiende a la cadencia del sol de la tarde, que lame con sus oros la fachada, como penetrando las últimas realidades de "luz", restallando sobre el mármol resplandeciente, y "tiempo"que fluye como sublime rumor sobre el silencio detenido de las piedras de "Las Maravillas.