Recientemente he escuchado una entrevista realizada a Julio Cortázar, en la que se recababa su opinión sobre la obra de Hermann Hesse. Teniendo en cuenta que las divergencias entre ambos autores es evidente, no extrañan las conclusiones reticentes del argentino acerca del renombrado Nobel. Aclara Cortázar que sus lecturas de Hesse se limitan a su temprana novela Demian. Reconoce en ésta el carácter didáctico dirigido hacia una juventud desorientada, a la busca de unos asideros, no del todo fundados, a los que agarrarse. En su origen, la novela trataba de orientar a esa juventud alemana de entre guerras, que tras la derrota del 18 había perdido los valores fundamentales y divisaba unas metas cuando menos difusas. Hesse trata de aportar caminos nuevos por los que conducir a esa maltrecha juventud, suscitando distintos ideales de los barajados hasta el momento. Cortázar, en este punto, es tajante; rechaza tales alternativas y las considera un fraude. Considera denostable el indefinido discurso metafísico de Hesse, que se pierde en vagas insinuaciones y en teorías inconcretas. Como libro formativo, lo considera poco recomendable para una juventud que trata de definirse en la realidad del mundo. Le parece que Hesse habita paralelos universos inexistentes. Descubre en el libro, aun reconociendo su habilidad narrativa, directrices absurdas, inverosimilitud en sus personajes e incongruencias de sus tesis. Advierte de que en el libro se aprecia una homosexualidad latente.
La critica de Cortázar viene a ser válida para todos aquellos que siguen rumiando los agostados pastos del materialismo histórico, y que no reconocen más vía que una dialéctica combativa. Hesse propone en Demian un vuelco para esa sociedad que, en su lucha fratricida, solo conseguirá desangrarse por sus heridas. La vía de Cortázar no es la utópica, sino la revolucionaria. Hesse apostaba por un nuevo hombre, aunque queda claro que el horizonte discernido al final de la novela no despierta demasiadas esperanzas y sí demanda precavidas cautelas. Está claro que lo que a Cortázar molestaba de Demian era su éxito fulgurante, su condición de bebedizo de las inconformistas capas de las juventudes norteamericanas, que tenían al escritor germano como el nuevo guru. La obra de Hesse sigue siendo válida para quienes continuamos buscando una salida en el torbellino devastador del mundo y nos acucia una respuesta para el hombre total al que aspiramos y cuyo postulado no alcanzan a definir las ideologías.
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hOlaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarQué tal!
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