TOLEDO
PATIO DEL HOSPITAL DE SANTA CRUZ
Lo primero que sorprende es la quietud del claustro; sólo se escucha el murmullo contemporáneo y aislado de una fuente. En la atmósfera detenida se puede penetrar el tacto del silencio; apenas de largo en largo trina un pájaro o rasga el aire la ráfaga de un aroma. En lo alto, hacia lo infinito, el sol amarillea en los muros contrastando con el cobalto del cielo. Los rayos de esplendor alcanzan, más abajo, en lo cotidiano, los mirtos del jardín de sencillas geometrías, en cuyo centro chapotea la fuente que clama esa razón inhaprensible de las cosas. En su manar, se presiente el enigma de la duración, la devaluada consistencia de lo que fluye, desgarrado del pulso de Dios, en donde late el sí mismo, roca inexpugnable de la eternidad.
Sí! Ni tan siquiera el vuelo de un pájaro interrumpe el sosiego en el espacio contrito del noble patio, evocador ámbito guarecido por arcadas seculares y que permanece indiferente ante los calmosos pasos de ese visitante que cree escuchar en la leve fuente el eco solapado de su verdad.
CONTRASTES
Los pueblos levantinos nacen de la luz y del mar, donde buscan las orillas de espuma como corales agazapados en la roca.
Los pueblos de la meseta nacen del rigor y de la tierra, como compactos rebaños de arcilla y soledades.
PATIO DEL HOSPITAL DE SANTA CRUZ
Lo primero que sorprende es la quietud del claustro; sólo se escucha el murmullo contemporáneo y aislado de una fuente. En la atmósfera detenida se puede penetrar el tacto del silencio; apenas de largo en largo trina un pájaro o rasga el aire la ráfaga de un aroma. En lo alto, hacia lo infinito, el sol amarillea en los muros contrastando con el cobalto del cielo. Los rayos de esplendor alcanzan, más abajo, en lo cotidiano, los mirtos del jardín de sencillas geometrías, en cuyo centro chapotea la fuente que clama esa razón inhaprensible de las cosas. En su manar, se presiente el enigma de la duración, la devaluada consistencia de lo que fluye, desgarrado del pulso de Dios, en donde late el sí mismo, roca inexpugnable de la eternidad.
Sí! Ni tan siquiera el vuelo de un pájaro interrumpe el sosiego en el espacio contrito del noble patio, evocador ámbito guarecido por arcadas seculares y que permanece indiferente ante los calmosos pasos de ese visitante que cree escuchar en la leve fuente el eco solapado de su verdad.
CONTRASTES
Los pueblos levantinos nacen de la luz y del mar, donde buscan las orillas de espuma como corales agazapados en la roca.
Los pueblos de la meseta nacen del rigor y de la tierra, como compactos rebaños de arcilla y soledades.