Es sin duda Blade Runner una película que gana con los años. Contiene muchos de los elementos que la convierten en un clásico.Sin acaso pretenderlo, Ridley Scott gestó uno de sus mejores films, que quizá no haya igualado en tentativas posteriores.
Pero, ¿ por qué la película ha tenido un eco tan persistente? A primera vista, pudiera catalogarse como una obra de ciencia ficción. Género que ha proporcionado al séptimo arte títulos inolvidables, junto a un ingente corolario de bodrios. Blade Runner adeuda a la ciencia ficción su entramado más superficial: exactamente ese en el que destaca la indagación en unas parcelas de la biogenética que que por entonces, cuando se escribió la novela en que se basa el film, suponían un reto todavía por explorar. Porque la manipulación genética es un tema que sigue abierto al debate, y su ejercicio se ve siempre rodeado de consideraciones morales. No abordemos, para no eternizarnos, si le compete al hombre inmiscuirse en el milagro indescifrable de la vida.
Pero este tema nos es nuevo, nos lo trajo hace más de un siglo, con sus reflexiones, incertidumbres y apasionamiento, una de las joyas clásicas de la novela gótica: el Frankenstein, de Mary Shelley . En ella, se examina si pueden ser lícitas o cuando menos recomendables las facultades demiurgicas, imperativamente vedadas al hombre en su condición de criatura. ¿Qué responsabilidad cabe a un ser imperfecto, de crear criaturas sujetas a una naturaleza degradada?
Es uno de los aciertos de Blade Runner barajar atrayentes mitos de nuestro tiempo, muchos de ellos recogidos por el cine, como ese futuro postatómico nada halagüeño con que la gran eclosión borró de nuestros horizontes toda fe en el progreso. En este sentido, Blade Runner es un film crepuscular, bañado de lluvia ácida y de pesimismo en cuanto a que son ciertos mezquinos intereses los que hacen caminar el mundo. Un mundo, el del film, que no cabe dentro de sí y se complace en soñar planetas intergalácticos como alternativa a un presente sin solución; parcelitas bien aprovechables de ilusión en la costa de moda. Nos enfrentamos, pues, a un futuro no de esperanza sino de decadencia en plena degeneración., un mundo aherrojado por oscuras energías que centellean en la noche como voraces lenguas de fuego de dragones solapados.
Como hemos dicho, en Blade Runner se contienen muchos géneros. El más evidente es su formato de novela negra. Encierra todos los virtuosos tópicos del género; nada tiene que envidiar a los viejos clásicos y, como en ellos, es entre las sombras crepusculares y del anochecer donde se concitan sus fotogramas más relevantes y críticos. Pero, podríamos decir que la trama policíaca es la capa superficial de su enjundioso fruto, pues su meollo encierra más sustanciosas pulpas. Cabe decir, y esta es su gran virtud, que Blade Runmner nos habre un camino filosófico, una metafísica, a través de sus grandes interrogantes: esos graves porqués que toda criatura se formula respecto a la incertidumbre de su ubicación en el cosmos, de su naufragio en el eterno río del tiempo, que hace que nuestras vidas parezcan frente a su aluvión superfluas "lágrimas en la lluvia". Todo lo cual nos sitúa frente a la perplejidad de la criatura frente a lo creado y su creador. La actitud del nexus 6 rebelándose contra los dioses funda el mito de un moderno Prometeo.
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