22 de enero. Pandemia. Vamos por la tercera ola. Ola ola no vengas sola. En tiempos de confusión aflora lo mejor de cada casa. España no puede perder su picardía. Así como Lázaro engañaba al ciego decantando el vino de su jarra mediante una argucia, lo mesmo políticos y jerifaltes defraudan las buenas voluntades saltándose protocolos sanitarios. Denuncian que se saltan el orden de cola, como los despabilados en la taquilla del teatro o los tontitos el turno del cajero automático. Y es que España nos duele más que nunca, casi tanto como este mundo hecho unos zorros, con un Trump haciendo mutis por el foro y los chinos dispuestos a festejar su nuevo año lunar. Lunar del que querría desprenderse el mundo para que nos reintegrasen la normalidad normal. ¿Qué coño han trastocado para convertir el planeta en una caca?
Entretanto me conformo escuchando el piano de Barenboim, en especial la sonata Nº 11, K 331, la de la marcha turca. Me encanta escuchar algo limpio y bien ejecutado, libre de virus; aunque, como no soy un experto, confío en que Barenboim en su interpretación no encubra ( ¡ Sería ominoso!) ninguna picardía.
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