Rancho aparte en la historia de la cinematografía merece, sin la menor duda, Billy Wilder. Creador de las más sugestivas comedias rodadas por Hollywood, es a su vez autor de sólidos dramas como (Sunset Bullevard)El Crepúsculo de los dioses, (Double Identity) Perdición o (The Spirit of Saint Louis) El héroe solitario. En ellos, da la talla del cineasta con más sobrados recursos y de fundamentos más sólidos. Dando un somero repaso al índice de sus títulos, uno no deja de salir del asombro. En alguna de sus obras representativas, supo sacar de Marylin Monroe su lado más encantador y toda la enjundia histríonica que cineasta alguno haya aprovecahado de Charles Laugthon.
He revisado sus peliculas con abnegada fruición, contando con las facilidades que nos deparan los modernos sistemas audiovisuales. Y es que las peliculas de Wilder son de las pocas que permiten un reiterativo visionado sin dar plúmbeas pruebas de desgaste, de soporífero desinterés, como ocurre con muchos films, susceptibles a más de una contemplación, pues bien pronto dejan entrever sus mermas. Cuando uno no sabe a qué carta quedarse y requiere pasar una velada agradable antes de ir a la cama, lo mejor es entregarse a cualquiera de los títulos que nos propone Wlder. Con una comedia de cualquier otro autor, sus chascarrillos y situaciones más divertidas nos parecerán pronto manidas; si se recurre a un sólido drama, la seriedad de su planteamiento quizá nos resulte gravoso. Con la opción de Wilder casi siempre acertaremos, pues, aun manteniendo el tono de comedia, sus guiones vendrán a hablarnos de una realidad que siempre nos toca, aunque sea indirectamente; en su personajes, perfilados con mimo de retratista, se verán reflejadas todas las aspiraciones y frustaciones del ser humano.
A la hora de escoger un título que cuente con nuestra predilección respecto del resto, la elección se vuelve harto compleja, pues muchos de ellos presentan cualidades bien diferentes. Encontramos, por ejemplo, la lucidez crítica en "El Apartamento", la sátira brillante en "Primera Plana y Un dos tres...", la ironia nostálgica de la "Vida privada De Sherlock Holmes", la elaborada precisión en el guión de "Testigo de cargo", la fascinación evocadora en "Irma la Dulce o Avanti", y la chispa transgresora en la vivencia más cotidiana en "La tentación vive arriba", acabando con el socarrÓn humor más que negro de "Aquí un Amigo".
Confieso que a uno de los títulos a los que he demostrado una predilección más contumaz ha sido a Avanti, o Qué ocurrió entre tu madre y mi padre, como se llamó en España. En él Wilder muestra la indolencia de una amoralidad permisiva, incidiendo en que es durante ese período anual de asueto, las vacaciones veraniegas, cuando el hombre se encuentra veradaderamente a sí mismo. Es sintomático que el pragmático ejecutivo Wendell Ambruster, jr. tropieze en la misma piedra que su irreflexivo padre, cayendo en las agridulces redes de un condescendiente adulterio. El lugar será Ischia, uno de esos evocativos "paraísos" del Tirreno, donde durante esa canícula veraniega incluso lo imposible se hace posible, y aun en el flemático, adusto e insensibilizado ejecutivo aflorará ese sentimiento restringido a los empleaduchos que se llama amor.
He revisado sus peliculas con abnegada fruición, contando con las facilidades que nos deparan los modernos sistemas audiovisuales. Y es que las peliculas de Wilder son de las pocas que permiten un reiterativo visionado sin dar plúmbeas pruebas de desgaste, de soporífero desinterés, como ocurre con muchos films, susceptibles a más de una contemplación, pues bien pronto dejan entrever sus mermas. Cuando uno no sabe a qué carta quedarse y requiere pasar una velada agradable antes de ir a la cama, lo mejor es entregarse a cualquiera de los títulos que nos propone Wlder. Con una comedia de cualquier otro autor, sus chascarrillos y situaciones más divertidas nos parecerán pronto manidas; si se recurre a un sólido drama, la seriedad de su planteamiento quizá nos resulte gravoso. Con la opción de Wilder casi siempre acertaremos, pues, aun manteniendo el tono de comedia, sus guiones vendrán a hablarnos de una realidad que siempre nos toca, aunque sea indirectamente; en su personajes, perfilados con mimo de retratista, se verán reflejadas todas las aspiraciones y frustaciones del ser humano.
A la hora de escoger un título que cuente con nuestra predilección respecto del resto, la elección se vuelve harto compleja, pues muchos de ellos presentan cualidades bien diferentes. Encontramos, por ejemplo, la lucidez crítica en "El Apartamento", la sátira brillante en "Primera Plana y Un dos tres...", la ironia nostálgica de la "Vida privada De Sherlock Holmes", la elaborada precisión en el guión de "Testigo de cargo", la fascinación evocadora en "Irma la Dulce o Avanti", y la chispa transgresora en la vivencia más cotidiana en "La tentación vive arriba", acabando con el socarrÓn humor más que negro de "Aquí un Amigo".
Confieso que a uno de los títulos a los que he demostrado una predilección más contumaz ha sido a Avanti, o Qué ocurrió entre tu madre y mi padre, como se llamó en España. En él Wilder muestra la indolencia de una amoralidad permisiva, incidiendo en que es durante ese período anual de asueto, las vacaciones veraniegas, cuando el hombre se encuentra veradaderamente a sí mismo. Es sintomático que el pragmático ejecutivo Wendell Ambruster, jr. tropieze en la misma piedra que su irreflexivo padre, cayendo en las agridulces redes de un condescendiente adulterio. El lugar será Ischia, uno de esos evocativos "paraísos" del Tirreno, donde durante esa canícula veraniega incluso lo imposible se hace posible, y aun en el flemático, adusto e insensibilizado ejecutivo aflorará ese sentimiento restringido a los empleaduchos que se llama amor.