El gentío ya se apiña
sobre la senda empinada
que hasta Jerusalén
nos acerca.
En la ruta, un borriquillo;
a sus lomos, un profeta.
Viene de Galilea,
y en sus alforjas porta
dádivas a manos llenas.
Fama le ha precedido
de prodigios y enseñanzas.
Nueva luz parece alzarse
en la negrura del mundo.
Milagros que nadie hizo,
veracidad en la palabra;
por su voluntad los cojos andan;
la luz volvió a alumbrar
los ciegos ojos, la muerte
cedió a la vida, la Tierra
dejó de estar condenada.
Por eso las gentes
al camino se abalanzan
con palmas, con mantos,
con pétalos, con ramas.
Llenan el claro día
de cánticos, de plegarias.,
de bendiciones, de ¡hosannas!
Celebran que por fin Dios
les ha traído a el Mesías.
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