alcor de la calavera,
tres cruces han levantado
los sicarios de Pilato,
ebrios de vino y de sangre,
prepotentes por sus armas
dispuestas para el castigo:
Lanzas, escudos y espadas
que han subyugado a los pueblos.
A tres reos tienen clavados
para muerte en tres maderos.
Dos de ellos ladrones ciertos,
el tercero, rey galileo.
Mientras los cielos se nublan
de tormenta en el otero,
y el mundo parece que acaba
en el expiar de el del centro,
el ladrón de la derecha
pregunta con inocencia:
¿Te acordarás de mí cuando
vengas triunfante en tu reino?
El Cristo le responde quedo:
¡Te digo que hoy de cierto
entrarás al Paraíso!
Tal promesa no oyó Gesmas,
y barruntó un improperio:
Si eres Tú el hijo de Dios,
salva a los tres de la muerte
y baja de ese madero.
El sol se cubrió de duelo
y el Cristo guardó silencio.
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