La primera, es la del excepcional Paco de Lucia. Encuentro su versión algo precipitada, con esa viveza rítmica de los palos flamencos. Como gran improvisador, le cuesta sujetarse al canon clásico. La finura melódica se le escapa en un fraseo desigual. Como romántico, prevalece en él la efusión pasional frente a la mesura clásica.
La de Narciso Yepes es también ejecutada con cierta velocidad; no sé si la recomendada por el compositor para interpretar la pieza. Frente a la de Paco destaca por una mayor refinada riqueza en los matices. Desprende una muy bien urdida simetría y acaricia la nostalgia evocadora de Tárrega.
La tercera y última, la del maestro Andrés Segovia. Es la más pausada de las tres. Está claro que Segovia busca trasmitir la emoción melódica. Se detiene en el detalle, y el fluir homogéneo nos hace degustar el fraseo y una gran riqueza grácil y evocadora. Segovia nos hace sentir cada nota, y el resultado alcanza la sensualidad del poema.
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