Señor, gracias, porque me concedes
el alba y el crepúsculo,
porque aderezas mi mesa
con el pan cotidiano,
porque me vistes y allanas
las sendas para mi calzado.
Gracias, por la vida,
que pese a la adversidad
has colmado de paz y de delicias.
Gracias, Señor, por los sentidos,
ventanas de cuanto Tú creaste.
Por los ojos, que me revelaron
las maravillas del ancho mundo.
Por los oídos, con los que percibo
la música y el lenguaje.
Por el gusto, con el que me deleito
con los manjares, y el olfato
que se complace en los aromas.
Gracias por el tacto, estremecido
con el abrazo, triunfante de la soledad.
Gracias, porque frente a la tribulación
me concediste el deleite,
frente a la culpa, el perdón.
frente a la desesperanza, el amor.
Y gracias, Señor, por la palabra
con la que me rescatas de la desolación,
me reconcilias con mi hermano,
y reavivas en mi pecho la emoción
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