He recibido con tristeza la noticia de la muerte de Javier Marías. Sobre todo por tratarse del fallecimiento de un escritor. Podría afirmar que los escritores y sus libros se han significado como los mejores camaradas de mi vida. Es la de éstos una amistad duradera, a la que se suele acudir en los momentos extremos de soledad. La mayoría de las amistades han ocupado un período de nuestra vida, de mayor o menor calado, y por unas razones u otras los lazos se han deshecho, como consecuencia de la distancia, el tiempo, la deslealtad o el olvido. Siento que Marías no haya ocupado un lugar en ese Ateneo de mi espíritu que nutren los escritores, que para con su obra carezca de referntes mi memoria, pues nuestro conocimiento ha sido el de los flashes audiovisuales y no el íntimo de lector comprometido. Lo veía algunas veces por televisión y redes, donde mantenía un tono discreto en relación a otros colegas del "starsistem" de la narrativa. Sin duda, Marías era un introvertido. Y en este carácter debe englobarse su abundante obra, de la que se oía decir que estaba escrita para sus amigos o para contados fieles que habían empatizado con su personal hermetismo. Tengo a Marías por un "onettiano", aunque para mí es todavía un escritor virgen cuya lectura está aún por emprender.
En una de sus últimas entrevistas en las redes le escuché decir, lo cual parece premonitorio, que, al contrario que su amigo Pérez-Reverte, en cuyo magín bullían numerosos argumentos para nuevas novelas, a él parecían habérsele agotado la ideas de futuros relatos. Tal conclusión quizá resida en esta circunstancia que venimos señalando, pues el unirverso en el que se mueve el escritor introvertido es el de sí mismo, el de la íntima singladura y la introspección, buscando sus historias mediante un sondeo interior y rechazando todo material ajeno a su ámbito cotidiano, donde hay que circunscribir su "lírica". De ahí que a su andaura le sea más inmediato encontrar sus límites. Pérez-Reverte, en cambio, es un extrovertido; su mirada se proyecta en dirección contraria, su cometido es explicar cuanto le rodea. En el mundo encuentra sus fuentes, sus paisajes, su épica, los referentes de un hombre desenvuelto frente al entorno hóstil, decidido a vencer al mundo, su historia y sus interrogantes, no a explicarlos. Ambos han sido coetáneos, participaron de cierta similitud de ámbito y atmósfera, pero ¡han sido tan dispares! Descanse en paz, Javier Marias.
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