En los días correlativos
del vivir extenuado,
se sucede el sinsabor
del tiempo sin poso,
un solo destilar del cronómetro
en el calendario desdeñoso
de lo intrascendente.
Por él pasan día a día
el cambio de las estaciones,
las fiestas relevantes,
los efemérides grabadas a fuego
de algún recuerdo doloroso,
las páginas difusas de la memoria,
la peripecia medrosa
de muchos coetáneos
que no llegan a plasmar su huella
en nuestra escala contingente,
pues las más veces
la casuales sincronías
son tropiezos involuntarios
en la aventura del destino.
El pasar de los semejantes
parece un absurdo sin calado,
irrumpen en nuestras vidas
desorientados en una búsqueda
ajena a la medida de nuestra esperanza.
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