En esta tarde dominguera,
harto de la jerga "sabinera"
que las tripas cerebrales flatulaban,
hube de purgarlas con cuartetos
de Beethoven y sonetos de Petrarca.
Tuve con Sabina, de principio,
la prudencia de catarlo a breves tragos,
pues si lo haces de golpe y sin reparos
su verbo como la droga engancha.
Supe de Sabina, por la tele,
con la venia democrática,
pues de mano de Carmen Maura,
nena valiosa de la deshinibida España,
arrasaron el postfranquismo
con la bullanga de su Mandrágora.
Dicen también de Joaquín
que lo apeó del sibilino gozo
y el juvenil derroche
el fiero potro de la noche,
pues al menor descuido,
mendiando el birlibirloque,
puedes caer en su pozo.
Pues igualito que a mí,
orgias y bebesterios
de la paz de los cementerios
le hicieron ver el plumero.
Somos parecidos y diferentes,
locos jóvenes rebeldes
cuando nuestra estrella
levantaba por oriente;
escépticos malencarados
cuando el sol madura
sus oros por poniente.
A tu salud alzo la copa de vino,
si el cuerpo lo permite
y nos dejan , por un rato,
volver a ser lechuguinos,
degustando de la poesía
el suculento plato
antes de que se lo coma el gato.