Soy de la música omnívoro melómano.
Lo mismo escucho tangos que preludios sinfónicos,
a Atahualpa que a Rossini;
tanto degusto las delicias de Bellini
como de Bach sus corales arrrmónicos.
Vibro con los Beatles y sus vibrantes fantasias
y me emociono con el balar de las baladas
nostálgicas de Dylan. ¿ Sabías
que encuentro en Wagner grata compañía?
De cuando en cuando el Holandés...
Lohengrin y Walquirya casi a diario,
el Tanhauser y Parsifal no hay que olvidarlos.
Vivaldi como entremés,
sin desdeñar a Bethoven, que me enseñó el abecedario.
Me estremece de Mozart su Don Juan
como la bronca de los Creedence Clearwater Revival.
De Francia, Aznavour y el Ne me quite pas de Brel,
que aunque no era francés, lo parecía
como ocurria con Chopin,
Ofenbach y Meyerbeer,
de los que igual daría nombrarlos
Ofenbeer y Meyerbach,
iconos de la opera en Paris
En el mundo del jazz eligiría
sin duda ninguna a Coltrane.
No preguntéis por qué.
Tal vez porque su saxo te abraza
como lo haría una mujer.
En la guitarra, sin contar a Segovia,
la eleción parece obvia,
no hay otro igual que De Lucia.
Y citando nonbres y más nonbres,
durante todo el meopo me extendería,
pues en él cabrían
desde los adagios para cuerda
de Malher y Barber,
quedándome en Brahms, pasando por Bruckner,
los lider de Schubert y los valses de Strauss,
de Scriabin sus poemas, de Joplin el Raghtime,
disfruto también las coplas demodé.
Uno que es permeable, ya ves,
y un diletante sin par,
pues entre sus gustos cabrían
incluso Sabina y Serrat.