Viene la Navidad,
como sopla el vendaval en otoño,
como trae las flores la primavera;
viene como que todo llega
mientras se sostega el mundo en sus fundamentos,
y el tiempo gire
en sus torbellinos de energía.
El río de nuestra vida
llegará hasta el mar
perdiéndose en sus corrientes
y hundiéndose en sus profundidades;
pero lo retomarán las nubes que,
henchidas de vapor,
derramarán su aguacero
sobre la tierra estéril,
fertilizándola, para que
emerja nueva flor.
Sí, todo retorna en el ciclo de la vida;
vida y muerte constantes se suceden.
Pero qué de mí,
de esta pequeña consciencia
perpleja ante la vastedad del universo.
He luchado por conseguirme.
¿Mi conciencia se diluirá en el tiempo?
No todo nuestro anhelo
es una vana tendencia hacia el olvido.
Presiento que hay algo en mí que no muere,
que debe prevalecer,
aunque solo sea una pequeña
semilla de fe.
¿Será ésta más fuerte que el tiempo,
la esperanza más que la muerte?
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