A Clia la encuentro muchos días,
en la calle, en el super, en correos,
con su padre, en la escalera.
Parece como si un misterioso
imán nos reuniera.
Ella me trae su encanto,
su lozanía, su ternura,
llenándome el alma
de arrobos que ya no creía.
¡Qué gozo me da encontrarla!
Mañana. ¿Será mañana?
Ay!, no sé si harán buen juego
su pelo negro con mis canas.
Pero de cualquier modo
que sea mañana.
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