Necio es quien aguarda del mundo
justo pago a sus ofrendas.
Sentirá en sus fuerzas
una inerte resitencia,
sus dádivas no serán recompensadas.
Es igual al labrador que trabaja
su cosecha con el sudor de sus huesos,
a sabiendas de que la plaga
o el pedrisco la malogren.
o que por falta de riego dé amargo fruto.
Buscarás a tu denuedo una respuesta,
pero tus gritos rebotarán
contra la rigidez de un muro ciego.
carente de puertas para penetrarlo,
tal el mundo se presenta.
¿Será su médula como la pulpa
de un fruto del que tras perforar
su costra hallarás sabrosa delicia?
¿O al igual que con la legumbre estéril,
al quebrar su cáscara
encuentres un núcleo vacío?
¿Será éste el enigma secreto del hombre,
cuando al rebuscar su esencia
encontremos mera vanidad,
malicia por justicia,
por fraternidad, desolación?
Tal fue el rigor que soportó Cristo en su cruz,
cuando acallaron su voz con su indiferencia
y pese a ser santo tuvo el pago de un ladrón.
¿ Cuál fue la respuesta que dio?:
llenar ese vacío con amor.
Al igual, con injusto encono
atribuló el destino al buen Cervantes.
¿Y cuál fue su respuesta? ¡Tomémosla por lección!
Pese a su amarga condición,
frente al cruento dolor, abrió las venas
de su poesía para que fecundara su verbo
el yermo pago que su patria le devolvió.
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