La plaza de Gabriel Miró, en Alicante


Durante el paseo del domingo, me he sentado en un banco junto al monumento de Gabriel Miró, ubicado en un espacio recoleto de la plaza homónima, en Alicante. La plaza de Gabriel Miró, sin duda, es la plaza más hermosa de la ciudad, realzada en su centro por la bella fuente de La Aguadora, que llena de frescura e ilusión la atmósfera. En derredor se envuelve con una vegetación lujuriante, entre árboles centenarios que ocultan el cielo con su ramaje. El juego de luz entre la sombra arbolada, con sus reflejos sobre las hojas y sus destellos en el agua hacen de aquel rincón una antesala del paraíso. No siempre fue así.

Durante mi juventud, la plaza de Gabriel Miró era un lupanar. Pasarela de putas que convenian cada noche en los rincones su negocio y te seducían con el característico: ¿ me das fuego, chaval? . Las urgencias del falo incontinente hacían desatender cualquier otra intromisión estética. Las calles adyacentes eran colmenas de catres de alquiler. El negocio prosperó hasta que a la autoridad le pareció inadmisible y ruinoso continuarlo. Por fortuna, aquellos tiempos de decadente disipación pasaron, y hoy se puede disfrutar de la mañana esplendorosa entre su fronda. Afotunadamente, el pecado tiene su redención con la penitencia.

En cuanto a Gabriel Miró, es una presencia discreta de la plaza. Su figura, un busto que considero algo tosco, casi la esconde un follaje de palmeras. No deben haber muchos alicantinos que lo hayan leído, pues su prosa exige paladares escogidos que sepan valorar lo sublime en el lenguaje. Y seguramente son lectores contados los que cumplen con esta demanda. Si se hiciera una encuesta callejera pocos serían los que darían un respuesta precisa sobre el escritor nacido en la calle Castaños. Esporádicamente se le recuerda en simposios frecuentados en general por ponentes extranjeros. Lo que se sabe de Miró, en gran parte se debe al erudito e historiador alicantino Vicente Ramos, que escribió varias obras en torno al autor del "Obispo leproso". Destacan su Biografía, acaso la más exhaustiva hasta la fecha, y el ensayo titulado "El mundo de Gabriel Miró", que leí no hará mucho en un ejemplar intonso y dedicado por el autor, con firma incluida. El agasajado no debía de estar muy dispuesto a hincar el diente a tan densa obra, pues la revendió vírgen a una libreria de lance. Cabe decir que en dicho ensayo se despliega un conocimiento intimo e intenso del universo mironiano.

En algo debo dar gracias al reciente status de jubilado, pues disfruto de mi ciudad con unos ojos distintos a los de la monotonía recorosa del ciudadano nativo, que la padeció durante largos tramos de una existencia digamos que sufrida.


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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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