Durante la juventud se nos propuso la amistad con el mundo,
convenciéndonos de que en él encontraríamos
cuanto colmara nuestros deseos y ambiciones.
Pero al igual que al Shidartha, de Hesse,
nos proporcionó el sansara desengaño y autodestrucción;
como respuesta a nuestras concesiones nos devolvió un pago inicuo.
El mundo es algo que tiene que ser superado;
deberemos levantarnos sobre el remolino de su confusión,
si queremos alcanzar a ver la luz de la verdad.
No queramos reconocer en él más que una pasajera vanidad.
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