LA PRINCESA DE ÉBOLI

La princesa de Éboli despierta nuestra más viva curiosidad por algo más que su parche en el ojo, detalle que solapa y disimula una de sus dolientes lacras y al tiempo apunta los sinuosos matices de una Lady de  Winter española. La dificultad de delimitar su ascendiente en los aledaños de la corte española  explican esa situación, y hasta que tales contornos no sean deliniados, su personalidad permanecerá indecisa en el misterio.

Ana  de Mendoza y de la Cerda, princesa de Éboli por sus nupcias con Ruy Gómez da Silva, duquesa de Pastrana, hija del conde de Mélito, antiguo virrey del Perú, debió de ser una mujer de notorio carácter y atractivo. Casada con el portugués Ruy Gómez, quizá el consejero más allegado al rey Felipe II, estuvo tanto por tal parentesco como por su condición de grande de España ligada a las vicisitudes y intrigas de la corte. Y envuelta en la indefinición de esas soterradas maniobras cortesanas la conocemos. Su intimidad con el gran consejero filipino la llevaría a estar familiarizada con las graves decisiones del reino, y bien puesta al día de sus políticas. Cualquier otra mujer se hubiera conformado al discreto papel que corresponde a una consorte, pero Ana de Mendoza es indudable que buscaba un grado de mayor protagonismo en la historia. Y si no lo encontró como lúcida consejera del consejero, el moderado Ruy Gómez, lo hizo tal vez como presunta amante del secretario de más sórdido renombre en la historia española, Antonio Pérez. Si atendemos a este caso, constataremos que no es nuevo de hoy que nuestra política se encuentre encenagada. Con Antonio Pérez y la princesa de Éboli no encaramos con el más sórdido asunto que emponzoñó la política española durante el reinado de Felipe II, el período hegemónico de España por excelencia. Este es el caso del asesinato de Escobedo. Escobedo fue ministro de finanzas con Felipe, y en el momento de su muerte actuaba como enviado de don Juan de Austria, para tratar de los delicados asuntos de Flandes frente al rey. Estaba en juego el futuro de los Paises Bajos. Durante las pesquisas judiciales para esclarecer los hechos criminales, se inculpó como instigadores a Antonio Perez y a la princesa de Éboli. Pero el asunto trajo aún más cola, pese a la fuga de Pérez al extranjero y a la reclusión de la de Éboli en su feudo de Pastrana, pues las diligencias posteriores fueron silenciadas y encubiertas aduciendo la "razón de estado", con el agravante de que hecho tan luctuoso no fue nunca debidamente aclarado. ¿Estuvo alguna vez esta "razón de estado" tan próxima a lo delictivo? ¿Fue consecuencia el castigo que envió Dios con la derrota de la Invencible? En cualquier caso supuso un punto de inflexión, del que partió la creciente depauperación de España, mientras su rey contrito purgaba sus cuitas entre las severos muros de El Escorial.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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