Feliz tú, Sol,
que cada mañana
despiertas la creación.
Feliz tú, Luna,
origen de los sueños,
de inquietud oscura.
Feliz tú, viento
que acaricias con céfiros
y atieres con septemtrión.
En ti camino las aves hienden
y al celo de tus ráfagas
los bosques se estremecen.
Feliz tú, lluvia,
que avivas los sequedales
y con cada una de tus gotas
devuelves a la tierra sus raudales.
Feliz tú, árbol ,
que participas del milagro
de la tierra y de lo alto.
Del limo beben tus plantas,
en tus copas guarecen los pájaros.
Féliz tú, Tierra,
que aposentas las criaturas
mientras tu vientre, día a día,
gesta el prodigio de la vida.
Feliz tú mar,
tentativa de infinito,
en cuyo flujo de ondas incesantes
halla sendero la vela
e intuye el humano
cuál será el final de su carrera.
Feliz tú, hombre,
fiel testigo de estas cosas,
por las cuales Dios te hizo
pionero, oficiante, lucero
a quien quiso revelar su secreto.
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