REFLEXIÓN DEL CAMINANTE
La esencia de la vida es ser fugitiva; su naturaleza está sujeta al cambio, a la continua transformación de todo cuanto es; por eso nuestro espíritu cambiante intenta aferrarse a lo duradero, en una búsqueda afanosa y desesperada de lo absoluto. Todo cuanto existe es variable, perpetua mudanza que define al universo, cuyas coordenadas se someten a los rígidos ciclos de cambio y destrucción. Este es el enigma; por eso naufraga todo aquel que pretenda echar raíces en la volubilidad del tiempo, o permitirse esa pausa inexistente en el tránsito irrefrenable del mundo. Con el arte se pretende alcanzar ese ese momento extático, vislumbre de lo infinito, tras el cual creemos atrapar por un momento el vértigo de la eternidad insondable de Dios.
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