puedo imaginar en la quietud
de los álamos que al Duero
sombrean -las frías aguas
circulando tersas la fértil llanura
y hendiendo el paisaje
entre rudos barrancos-,
el eco de tus versos,
que entre ocres y pardos,
abarcados por un cielo
de azules diáfanos,
encontraron en Soria
justificación para tus pasos,
sintiendo el pulso de una tierra
que en su contraste herido,
vino a colmar tu corazón vacío.
¡Campos de Castilla!
Entre el monte y el páramo,
el romance y el sagrario,
límite y semilla
donde la España que soñábamos
encontró su albur contrario.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios:
Publicar un comentario