He creído adueñarme de la vida
pero solo conozco mi flaqueza
de vencer sobre las horas, perdida
la esencial cronometría, torpeza
de mis dedos por retener el río
que nos lleva, ese instante nunca
nuestro, furtivo de nuestro albedrío,
cuyas vanas intenciones trunca.
Puedo comprar todos los libros, ávido
por poseer toda la sabidurïa,
más no por ello adquiriré-lo sabía-
el secreto que encierra nuestro rápido
transcurso sin mella por la historia,
esa endeblez fugaz de la memoria
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