Campos de verde y arcilla,
aisladas masas de bosque;
en la soledad perdida,
el solaz de una alquería,
un camino que serpea
y se pierde en el olvido,
y en los cerros solitarios
una hilera de molinos
elevan al sol sus brazos
como cruces de calvario.
Campos que se tienden
sedientos de lontananzas,
estáticos de encinares,
con perezosos rebaños
paciendo entre la maleza;
campos en donde alienta
ese ciclo vivo
del barbecho y la cosecha.
Oh, sobrios campos de España,
¿es acaso que me encuentro
ya de vosotros más cerca?
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios:
Publicar un comentario