Podrá dudarse de la transcendencia,
creer gratuita la realidad de Dios o los dioses,
pero lo cierto es que ese universo sacro,
ese que solo intuimos en nuestra caverna,
se consumó en Jesucristo que, como bien dijo,
hizo nuevas todas las cosas.
En el misterio de la cruz
la creación cobra un sentido
y el hombre encuentra un camino en su encrucijada.
Lo que toda religión buscó,
una respuesta sólida, eterna a nuestro breve lapsus,
la alcanzó Jesucristo en su sacrificio
y con la esperanza, inédita, de su resurrección.
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