Bebería en el cristal de esas fuentes
su dechado, si no advirtiera
como receló Machado
un poso amargo
en el mudo espejo
de su agua muerta.
Manantiales de aguas vivas
que ya solo brotan
donde el hombre no alcanza,
pues para apagar la sed
ya no bastan ni los viejos pozos
ni las quietas aguas.
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