Durante estas vacaciones he hecho una escapada a Xativa y Gandía. Xativa es una noble población, presidida por un secular castillo que corona el cerro que la domina y desde donde se divisa una fértil vega que se extiende hasta los montes distantes de la cordillera ibérica. La fortaleza, como tantos otros asentamientos en la costa levantina, remonta a los tiempos de romanos y cartagineses, para luego ir pasando de mano en mano, según dictara el albur de los tiempos. Seguramente fue goda y musulmana, pasando tras la reconquista a formar parte de la corona de Aragón. Pero Xativa incurre especialmente en la historia por un natalicio y por constituirse en dominio hereditario de una familia reconocida por razones dispares en muchos sentidos: los Borja. Xativa es uno de los pocos lugares, fuera de Italia, que pude significarse como cuna de dos papas hispanos que dejaron una huella considerable en la historia de la iglesia, como fueron Calixto III y Alejandro VI. Ambos merecen recordatorio a las puertas de la concatedral xativesa, bajo la forma de dos imponentes esculturas exentas en bronce.
Calixto III, el primero en acceder a solio pontificio, se caracterizó por una vida entregada a la función eclesiástica, en la que fue abriéndose camino, paso a paso, hasta alcanzar esa priviligiada posición reservada para muy pocos, bajo el respaldo de la corona de Aragón, reinante en Nápoles. Sus hechos no presentaron gran relevancia en la historia pontificia, fue impulsor de una cruzada de resultados discutibles y llamó a su lado a dos de sus sobrinos(nepotes) Rodrigo(futuro Alejandro VI) y Pedro Luis duque de Spoleto, que comandó los ejércitos pontificios. Es casi seguro que, bajo su papado, los Borja consolidaron su posición en Roma y se convirtieron en los Borghia, apellido legendario con el que la historia los recuerda.
Rodrigo Borja, como su antecesor Alfonso(Calixto III) nació también en Xativa, donde se conserva su casa natal, muy desmejorada por el paso de los siglos. Es seguro que Rodrigo de muy joven se trasladara a Roma tras la estela de su tío. Como éste, escogió la carrera eclesiástica, en la que llegó a ser nombrado obispo de Valencia y más tarde cardenal. Vano es decir que alcanzó el papado mediante el soborno y la influencia política, en una época en que la iglesia estaba totalmente politizada. Como su tío, y en general todos los papas de la época, buscó apoyo en los allegados, que en este caso fueron sus hijos, Juan, Lucrecia, Godofredo y especialmente César, su brazó armado, con el que se lanzó a la conquista de Italia, en respuesta al dominio que trataban de ejercer los reyes franceses. El plan, su ambiciosa política fracasó
porque le alcanzó una muerte inesperada (se duda si por unas fiebres o envenenado) y César, no contando ya con la garantía del pontificado, se vio impedido de consumar, quizá por maniobras de della Rovere, el asalto final a su principado.
La de Rodrigo Borghia es, sin duda, una personalidad arrolladora, aunque la visión que nos ofrece la historia, fundamentada en una imposible de aclarar leyenda negra, sea marcadamente negativa. Hay que hacer hincapié, no obstante, que no todo en ella fueron manejos truculentos y que también adoptó acertadas decisiones que fueron beneficiosas para Roma y para la iglesia. Así Xativa, a día de hoy, le sigue celebrando.
Nos queda el otro Borja, Francisco, el duque de Gandía, el santo, del que tendremos un hueco para hablar en el futuro.
Calixto III, el primero en acceder a solio pontificio, se caracterizó por una vida entregada a la función eclesiástica, en la que fue abriéndose camino, paso a paso, hasta alcanzar esa priviligiada posición reservada para muy pocos, bajo el respaldo de la corona de Aragón, reinante en Nápoles. Sus hechos no presentaron gran relevancia en la historia pontificia, fue impulsor de una cruzada de resultados discutibles y llamó a su lado a dos de sus sobrinos(nepotes) Rodrigo(futuro Alejandro VI) y Pedro Luis duque de Spoleto, que comandó los ejércitos pontificios. Es casi seguro que, bajo su papado, los Borja consolidaron su posición en Roma y se convirtieron en los Borghia, apellido legendario con el que la historia los recuerda.
Rodrigo Borja, como su antecesor Alfonso(Calixto III) nació también en Xativa, donde se conserva su casa natal, muy desmejorada por el paso de los siglos. Es seguro que Rodrigo de muy joven se trasladara a Roma tras la estela de su tío. Como éste, escogió la carrera eclesiástica, en la que llegó a ser nombrado obispo de Valencia y más tarde cardenal. Vano es decir que alcanzó el papado mediante el soborno y la influencia política, en una época en que la iglesia estaba totalmente politizada. Como su tío, y en general todos los papas de la época, buscó apoyo en los allegados, que en este caso fueron sus hijos, Juan, Lucrecia, Godofredo y especialmente César, su brazó armado, con el que se lanzó a la conquista de Italia, en respuesta al dominio que trataban de ejercer los reyes franceses. El plan, su ambiciosa política fracasó
porque le alcanzó una muerte inesperada (se duda si por unas fiebres o envenenado) y César, no contando ya con la garantía del pontificado, se vio impedido de consumar, quizá por maniobras de della Rovere, el asalto final a su principado.
La de Rodrigo Borghia es, sin duda, una personalidad arrolladora, aunque la visión que nos ofrece la historia, fundamentada en una imposible de aclarar leyenda negra, sea marcadamente negativa. Hay que hacer hincapié, no obstante, que no todo en ella fueron manejos truculentos y que también adoptó acertadas decisiones que fueron beneficiosas para Roma y para la iglesia. Así Xativa, a día de hoy, le sigue celebrando.
Nos queda el otro Borja, Francisco, el duque de Gandía, el santo, del que tendremos un hueco para hablar en el futuro.