Es carnaval. La gente desciende las calles embutidos en disfraces comprados en los bazares. Los hombres aparentan osados bucaneros; las mujeres, lagartas. O los hombres aparentan trasvestidas lagartas y las mujeres atildados mancebos de smoking. Todo vale en carnaval, preámbulo de esa cuaresma que desemboca en la semana de Pasión, que hoy pasa por ser otro carnaval. Camino entre la muchedumbre como si conmigo no fuera tal cosa. Ya nada me dicen las solemnidades sociales ni sus bacanales. A otro perro con ese hueso. Los jóvenes celebran sus fastos porque reconocen lejanos el dolor y la muerte. Pero Tántalo y las Parcas siempre están al acecho.
Se escuchan atronadores tambores de sarao brasileiro. Hoy día hasta el regocijo se ha globalizado.
Discurro por la acera junto a una procesión de máscaras que ocupan la calzada, escoltados por la policía. Tales manifestaciones me parecen todas iguales, sean cívicas o politizadas. En España parece que el festejo ya se adelantó con la farándula catalana. Cuando se es joven cualquier nimiedad merece festejarla; de mayor comprendes que hay muy pocas cosas que festejar, si acaso aquellas que nada tienen que ver con las que se consideran a los veinte, a los treinta y a los cuarenta.
La orgía te arrastra con la libidinosa corriente de su infortunio. Cuando te liberas de su yugo alienador, comprendes lo fútil de su naturaleza. El sexo es ese tirano que sólo conduce al descarrío,
a la sublevación del instinto frente equilibrio cabal de la persona. Los griegos sabían mucho de estas cosas, de las arbitrariedades de Dioniso contra la mesura de Apolo. Hoy se considera todo una novedad, olvidando que el mundo y el hombre son milenarios.
Me alejo del tumulto, pese a que no dejo de tropezarme algún enmascarado que otro. La noche es fría. Apetece entrar en algún lugar climatizado. En los grandes almacenes echo la Primitiva y hojeo algunos libros. Me causa perplejidad la extraña literatura que lee la gente. Cada vez creo menos en la política. En el presupuesto se gastan millones en educación, para luego idiotizar a la masa con la novelería más extraña. Yo debo resultar una rara avis. El hombre es un animal político, pero por los rincones de las plazas aún se puede observar el tonel de algún cínico. Toda singularidad conduce a la soledad. Alejarse de los patrones pautados genera la incomprensión de tus congéneres. Pues como señaló Visconti, de boca del profesor de Grupo de familia en un interior: Los cuervos viajan en bandada, el águila vuela sola.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios:
Publicar un comentario