Llevas en tu seno
la luz de Andalucía,
que no pudo arrebatarte
ni el destierro en los negros días.
La penuria y la esperanza
te trajeron hasta el mar,
ese mar incrustado
en el iris de tus ojos,
y que en cuanto los miras
incitan a navegar.
Es tu aliento de jazmines
y tu abrazo de azahar.
Tus sueños están poblados
de dehesas de olivar,
donde las cigarras cantan
al ascua del día en su declinar.
Recuerdos de un patio claro
que las lágrimas no logran empañar,
del esplendor, asomada al vano,
de esos días de polícromo cristal,
cuanto más lejanos
más intensa su realidad.
¡Qué presente cuanto añoras!
En la amargura de la horas,
tus recuerdos de Linares.
Vivencias que se reencarnan
cuando tu ya torpe memoria
regresa entrañable a sus lares,
donde cobran vida
las estampas familiares
y reside intacta
toda tu íntima verdad.
Paseos por Linajeros,
donde los naranjos lucen
en sus copas el azahar,
y los pájaros trinan
como dulces requiebros
de melodía primaveral.
La tarde que concluye
en la nave de la ermita,
tocada con la mantilla
y de la mano el misal.
En pos de tu madre, filial,
quien entre las oraciones
minuciosa te recita
esa letrilla que escrita
en los cielos está:
" el día que tu naciste,
nacieron todas las flores
y en la pila del bautismo
cantaban los ruiseñores".
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