del rigor de tu ascética.
Mantienes la sonrisa cándida
donde no trasparenta el dolor,
dolor que ha mitigado
la catarsis de la cruz,
cuyo bálsamo melifluo
te fecunda el corazón.
La intimidad a Cristo
has entregado; en sus brazos
tu esperanza reposa;
por Él ceñiste el anillo
de tus nupcias puras,
porque la gracia
de su amor te ha traspasado
como las espinas sangrantes
que sus sienes coronan.
En la ascesis del cenobio
te vacías de ti misma
para llenarte ávida
de plenitud eucarística.
Sin duda en vida nueva
te has colmado, eterno
éxtasis que nunca podrá
suplir el amor perecedero.
por Él ceñiste el anillo
de tus nupcias puras,
porque la gracia
de su amor te ha traspasado
como las espinas sangrantes
que sus sienes coronan.
En la ascesis del cenobio
te vacías de ti misma
para llenarte ávida
de plenitud eucarística.
Sin duda en vida nueva
te has colmado, eterno
éxtasis que nunca podrá
suplir el amor perecedero.
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