Broncos lamentos
en la irradiada noche,
ulular del alma
en el silencio contrito.
Apenas las hojas caen,
el almanaque cuenta sus días,
el pergamino del tiempo
se contrae como guiñapo
y el corazón se conduele
del desgarro sin remedio.
Vendrá la mañana
en el suceder inexorable,
y al entreabrir la ventana
veré el claro día
incólume de noche vulnerada.
Reo de traiciones consumadas,
como el condenado aguarda
la ejecución de su sentencia.
Será entonces noche cerrada,
que solo del claro día
presiente la atroz clemencia.
Será entonces noche cerrada,
que solo del claro día
presiente la atroz clemencia.
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