Voy por tiendas de desahucio
comprando a bajo precio
artículos de más valor:
viejos libros, discos, objetos,
como buscando entre el surtido
algo fundamental que jamás
he encontrado en la vida
y, ya pasados los años,
no pienso nunca encontrar.
Busco en ello
que la vida pegue un vuelco
y la vivencia no deje
su común resquemor.
Siempre he echado en falta algo,
pero ese algo es el atributo
del que carecemos los mortales.
Escarbo entre el deshecho
aguardando encontrar esa perla,
que no será quizá más que un reflejo
de nuestra vanidad, un engaño
con el que resarcirnos
de las miserias de este mundo.
Es lógico no hallar
más que escoria entre el deshecho.
Pero, entre tanto, voy buscando;
tal vez un día acierte a encontrar
esa panacea que ni yo mismo sé qué es.
Una veces la llamo Amor,
otras eternidad. ¡Ay, esa perla,
cuán profundo la enterró Dios!
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