Jesús y la mujer samaritana


 En el camino de Sicar,

junto al pozo que Jacob 

legó a su heredad,

se detiene un caminante.

Sus labios resecos están

por el castigo del sol

y el polvo que acompaña su andar.

Mientras descansa,

se le acerca una aguadora

a quien pide de beber.

Samaritanos y judíos

no se tratan entre sí.

Tal recuerda la mujer

a quien toma por rabí

y en quien choca el proceder.

Si supieras, dice él, 

quien te pide de beber, 

y de esa misma agua

tú me pidieras

para saciar la sed, 

yo te daría el agua de la vida.

Y cómo, señor, responde la mujer, 

te podrías abastecer, 

si para sacarla no tienes con qué,

y el pozo bien profundo es.

Te digo, mujer, que del agua

que yo te daré

no tendrás sed jamás.

pues será fuente que fluya,

en lo hondo del corazón,

fresca de eternidad.


 

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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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