Oigo tu saxo en la noche
henchido de dolor de vivir.
Veo una calle solitaria,
con la luz triste de las farolas
reververando en el asfalto humedecido.
La lluvia se dispersa tamizada
en el silencio nocturno,
que unos pasos solitarios
procuran profanar.
Oculto por las sombras
el solitario se busca
sin encontrar su voz.
La noche se dilata
en profundidad de pozo,
donde el saxo melancólico
persigue los iris
reflectantes de la luz.
Conduelos fugitivos
que el saxo de Coltrane
se empeña en recordar.
La luz aviva los bordes del dolor,
y todo en él es luminosidad.
Lo que hace al hombre
es su memoria, donde queda
permanente la llaga del nacer.
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