Hoy he comprado por un euro el DVD de La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, en el rastro del Ayuntamiento. No ha habido suerte; la copia estaba hecha cisco. La primera parte del metraje parecía estar en orden; empezó a descomponerse tras la escena de la flagelación. Sus imagenes me siguen conmoviendo, pese a las gansadas de esos churrascos azurros manifestando su sadismo. ¡Pero esto es un distanciamiento! El grano de la película consiste en participar con Cristo y en Cristo de su Pasión. Con esta película comprobé que muchas de sus imágenes, o frases del Evangelio en ella recogidas, hablaban a mi espíritu. Tal circunstancia -constaté más tarde- no fue casual. Pues al fin llegué a convencerme de que Dios hablaba por medio de su Palabra. Por eso la escribimos con mayúsculas.
El rastro del Ayuntamiento va cada vez a menos. El frenazo económico mundial se deja notar. El comercio más modesto es el primero en acusarlo. Uno tras otro han ido desapareciendo los puestos que más me interesaban. Particularmente de libros. Porque de antigüedades y decoración (figurillas, cuadros) suelo adquirir alguna cosa muy de cuando en cuando. Aunque tales tenderetes también merman. Antes, en lo referente a libros, siempre se encontraba alguna ganga editorial aceptable; pero ahora, con el negocio reducido a un único puesto, se hace bastante difícil regresar a casa con cualquier nueva discreta joya que enriquezca nuestra biblioteca, library, o librero, como dicen en América, la hispana, por supuesto.
En el mundo de hoy, hay quien trata de apagar su ansiedad vaciando la despensa, fumando puros sin tregua, tomándose otra copa, manirompiendo sus rentas o frecuentando el lupanar...; yo me desfogo comprando libros, aumentando mi biblioteca, aun a sabiendas de que muchas de tales adquisiciones nunca llegaré a leerlas. La lectura se ha convertido en una pasión, pero una pasión con minúsculas, de la cual sé que nunca llegará a colmar el inagotable anhelo del corazón. Porque para saciar a este órgano sólo existe una Pasión, ésta con mayúsculas, y una sola agua que calma la más acuciante sed.