Paco de Lucia cuando fue consciente de su genio, dejó de compartir la obra para todos, tornándola deleite para sí. No niego que la guitarra de Paco y el cante de Camarón alcanzaran cumbres de audacia virtuosa cuando emprendieron derroteros innovadores. Pero tanto el toque como el aire que a mí me llega es el que sigue enraizado en la elementalidad del canon flamenco. Oigo estos días la interpretacion de Paco de Lucía de una soleá, grabada para televisión española en Barcelona, alla por el año 76, que no tiene desperdicio. En ella deja manifiesta su técnica excepcional, destacándose como el guitarrista con más recursos del arte jondo. Nunca Paco dejó más patente su magisterio, ofreciendo un dimensión universal del legado más noble del flamenco. ¡ Está colosal!
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