eco dormido en el alma,
naufragio de desesperanzas,
quimeras que destilan los poros del deseo,
¿prosperará ese sueño sometido
de la evanescencia de vagas nostalgias?
Conocéis mi solitaria espera,
ese grito ahogado
porque nunca llegó a ningún oído,
el talento sin objeto malgastado.
la duda enquistada, el desaliento,
la leve disconformidad fugitiva.
Bajo el cuero cabelludo
laten mis pensamientos,
por los que transita el anhelo
como el agua límpida transcurre
sobre los guijarros del río.
Ellos, los pensamientos,
en su íntima fragilidad,
me dicen que estoy vivo,
y la esencia de ellos mismos
garantiza que soy con el universo.
En la palabra que cimenta su sustancia
reside la plural confianza; en el consuelo
del diálogo regresamos al núcleo primero.
Por la palabra fuimos concebidos;
entretejiendo en su urdimbre
tratamos de descifrar el laberinto desconocido;
con ella se expresa con callado tesón el tiempo,
lo variable, lo sucesivo.
El orden de su gramática procura,
como el compás que traza una geometría,
que el margen de nuestra ilusion no sea vano,
iluminando su destello la tiniebla estéril.
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