El mármol aterido
de tu frente,
antesala del misterio,
inhibió ese beso
que tenía preparado.
Frío de llama,
aurora gélida.
No pude sentir
tu cercanía distante.
Tu despojo ya era otra cosa,
ya no eras tú.
Habías partido,
como abandonan los pájaros
un paisaje,
como un sol
que había tragado la noche,
como una melodía
que se desvanece en el aire.
Entrañas mías,
hoy saben de ese dolor
que fui en tu entraña:
anuncio de vida.
Para luego sentir
ese otro que me desgarra,
y trajo tu muerte.
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