Ya no acudo a la taberna de la esquina,
cercana a la catedral,
deseoso de que tú regresaras,
dando sorbos de vino e impaciente,
aguardando ese indicio que diera el sentido a la vida;
porque aquello que tú no pudiste darme,
deshojada ya la última página de olvido,
y que yo en mi inconsciencia buscaba,
lo he encontrado dentro de mi mismo
en el milagro de la Fe.
El alma del hombre
es como un espejo donde
se refleja la luz de Dios.
Ésta no resplandecerá
si la enturbias con pasiones,
vicios o influencias maléficas.
Como la nobleza del metal
ha de ser limpiada de impurezas.
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