El diablo es el dueño de las calles;
si has frecuentado sus ambientes,
habrás notado sus maniobras secretas,
su urdir en lo invisible.
El provoca las discordias,
el mal beber en los bares,
fomenta fobias e inquinas,
tergiversa pensamientos,
alimenta las lujurias,
controla la voracidad del sexo.
Se agazapa en lupanares,
rezuma en cada rincón del vicio,
fecunda la raíz del delito,
si quedas solo en tu casa
quizá a hurtadillas se cuele.
En el amor causa estragos,
propicia malentendidos
dando pábulo a los celos.
Dispone sendero intrincado,
sembrado de trampas y cepos;
cuando te vea alfin derrotado
hará burla de tus duelos.
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