A cuántos no ha ocurrido
-por necesidad de amor,.
o por un querer cuya correspondencia anhelábamos-,
entregarse a una persona
que nos ha desestimado,
para luego, por despecho,
arrojarnos a la degradación del arroyo,
ignorando el amor propio,
todo cuanto creíamos honesto.
Amarás al prójimo como a tí mismo,
ni más ni menos,
así estableció el único Señor verdadero.
Toda desviación de esta regla,
será una tergiversación del Credo.
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