Amé a quien no era amable,
desoí lo razonable,
perdí la crucial batalla.
Hoy me conforto
relamiendo mis llagas,
recogido en mi guarida.
De cuando en cuando, salgo.
A mi paso, suena una campana
que con voz nueva me reclama.
¿Anuncia acaso que resta una esperanza
para este sino de perdición a ultranza?
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