Leo "Sombras en la hierba" , de Isak Dinesen, mujer extraordinaria, donde en su primera glosa ofrece una semblanza de su criado Farrah Aden, el somalí que cuidaba de su hacienda en África con la misma eficacia de un mayordomo inglés de alto copete. Lo recuerdo en la memorable película de Pollack, siempre a la sombra de su Msabu, pronunciando la rúbrica de "Dios es grande".
Y Dios es grande, en efecto, pues de lo contrario no estaríamos aquí para contarlo. El me ha permitido llegar a estos años de recapitulación, dejándonos contemplar la vida a toro pasado. El torrente del vivir ha trascurrido, como un caudal proceloso arrastrando heterogéneo fango en su corriente. Hasta la jubilación, fue un tiempo de lucha, en persecución de una meta que yo mismo ignoraba. No sabía a dónde me encaminaba el destino. Un impulso ciego me espoleaba a continuar, a no cejar en la pelea. Desde niño supe que en mi mirada latía un aliento de eternidad. Sólo me resarciría que mi vida no resultara banal. Sufrí lamentables experiencias que echaron por tierra todo mi pundonor: fracaso escolar, vejaciones durante la mili, reiterados desengaños amorosos que condujeron a la disipación y el caos. Todo ello me hizo tocar fondo. Dios me mostró la crudeza de vivir, y ello me hizo reaccionar. Hube de sobrevivir contra todo pronóstico, mascando la amarga purga de la derrota. En mi horizonte sólo brillaba una esperanza, acometer algo valioso que justificara el yermo de mi vida. Una luz milagrosa que iluminara la tenebrosa existencia. Durante treinta años de duro trabajo asenté mi vida y di a luz siete libros, que constituyen hasta el momento mi obra literaria, mi descendencia espiritual a falta de vástagos naturales. Como conozco el talante de los hombres en este mundo, no me resulta extraño que mi obra no se valore. La fama erige a su ídolos y los derriba. No espero que en un mundo encanallado brille la justicia. Me conformo con que en una librería de lance un desconocido haya comprado uno de mis libros. Acaso llegará un día en que sean muchos los desconocidos que encuentren algunas razones en la humildad de mis escritos, refrendando que mi tarea no ha sido vana.
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